Días de mirar pa´dentro. Salpicadito de emociones

Hola, Porota. Mirá lo que nos toca transitar. ¿Cómo hacer un garabato de sonrisas? ¿Cómo no estar habitada de zozobras, por aquellos que si no trabajan un día, no comen? Admiro tu espíritu, tu fuerza para hacer frente a este aislamiento humano. Sí, los libros, la escritura siempre en auxilio. Sanación. También vivo metida en mi, reflexionando, aunque no vivamos esta pandemia. ¿Pandemia de caída de valores? Me pregunto, ¿qué querrá decirnos Dios? ¿Qué es lo que no estamos escuchando? ¿Hacia dónde vamos, dándole la espalda a quien necesita asistencia para ese aliento que llamo alma? ¿Tan difícil es abrir las manos como nido, para la entrega sin migajas, sin rajaduras, sin goteras? Porota… ¿Será un llamamiento? ¿Será un nuevo aprendizaje para quienes piensan que la soledad es solo sabia compañera de los viejos? Porota, no es que ahora reflexione. Hablé con la soledad, de esta terca soledad. ¡Qué paradoja! Es una presencia en mis palabras. La tomo de la mano en uno de mis poemas inéditos. Escribo en interrogación retórica. Me pregunto: ¿la soledad se heredada? No. Siempre pensé que la soledad es propia de la existencia humana, que hay en el adentro, un espacio, un vacío que no lo llena nadie, tengamos vínculos o no. Porota, a vos puedo contarte lo que vivo, lo que siento. Con vos, puedo compartir que una ex alumna me ayuda con las compras, que es una luz encendida, una luz intacta, flameando desde la primera vez que me miró en el aula queriendo tragarse mis palabras. Después de mucho tiempo sin saber nada de ella, la vida volvió a encontrarnos. Dios decidió el mismo camino para ambas. Estudia, trabaja, es madre, lee, escribe, siente. Es sensiblemente profunda. Me reinvento en ese espejo. Porota, gracias por escucharme, gracias por tus sugerencias, gracias por tu compañía entera siempre. Cuidarse, rezar, necesitamos más humanidad. Necesitamos más bocas floreciendo. Aquí el abrazo permitido, abrazo a la distancia. Abrazo definitivo. Gracias”.

 

Lila Levin (68)
Poetisa cordobesa 

 

Son muchos los mensajes que por estos días llegan a las redes, al Whatssap o al correo electrónico del Club de la Porota. Centenares de personas mayores compartiendo sus horas, rutinas de aislamiento, de mirar pa´dentro. Y la verdad, cada palabra, cada audio, cada video compartido representan la creatividad, la vitalidad y la sabiduría que nos habita como personas sin importar la edad que tengamos. ¡Hemos activado la belleza! Una belleza que no deja de lado el miedo a lo incierto. Lo integra, lo invita a jugar y a sacar lo mejor de cada uno. Aprender a habitarnos en soledad es un desafío que se conquista con el paso del tiempo, con el propio e inherente envejecimiento. Comencé mi columna de hoy con las palabras de Lila. En ellas, con sus matices, yacen las preguntas que muchos nos hacemos. En ellas brota el secreto del confinamiento. El don de preguntar y repreguntar ¿para qué?. ¿Qué nos viene a mostrar este virus, esta pandemia, ésta  parálisis mundial? 

 

Porota 

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