Empoderarme en la vejez

Empoderarme en la vejez

Mis 60 años me trajeron muchas vivencias difíciles. De repente me encontré sola en una casa inmensa. Mis hijos e hijas habían emigrado y Pompeyo muerto de un día para el otro. Recuerdo el lunes que decidí no levantar las persianas de la casa. Estuve a oscuras 24 horas, sin poder distinguir el sol de la luna. Desenchufé el teléfono, apagué el celular y me acosté en la cama sumergida en una tristeza extrema. Acababa de darme cuenta que estaba vieja. Que los años habían pasado impiadosamente y que ya no era más la madre y esposa que había construido un estilo de vida en función de ambos roles.

 

Entre sueños comencé a imaginar cómo debía ser mi vida. O por lo menos cómo creía yo que debía serlo tras. Me miré al espejo sin titubear e intenté registrar mis cambios. Y por primera vez dar cuenta de mi envejecimiento.

 

En los días siguientes, me percibí vulnerable, frágil, el cuerpo me empezó a doler y… de golpe y porrazo se me ocurrió que a lo mejor debía comenzar a usar bastón. Cada llamado de teléfono de mis hijos se había convertido en un soliloquio de lamentos que espaciaron los momentos de encuentro. Mi sensación de fracaso e incapacidad aparecían de manera incesante hasta que un buen día ya no se fueron.

 

Al resto de la historia la conocen… Raquel llegó a compartir unos mates y salí del pozo con su ayuda.

 

Relatos como el mío hay miles, de distintas intensidades. Dar cuenta que no estaba sola contribuyó a poder comprender qué me estaba pasando. Y sobre todo cómo me iba autolimitando, desempoderando. Comencé a actuar mi vejez de un modo absolutamente irreconocible. Mis habilidades para mediar entre mis deseos e intereses y lo que los demás esperaban de mi como mujer mayor iniciaron un disimulado proceso de deterioro de mi autoestima. Estaba atravesando lo que los gerontólogos denominan el síndrome del quiebre social. Había dejado de creer en mí.

 

Mi amigo, el psicogerontólogo Ricardo Iacub, recupera la noción de empoderamiento de Myers (1995) asegurando que es el «proceso por medio del cual ayudamos a las personas a ganar, volver a conseguir y mantener el poder o control sobre sus vidas».

 

Empoderarse a uno mismo, no es armarse para salir a pelear, todo lo contrario, es amarse para no deteriorar la belleza que nos habita. Lo triste es que existan miradas viejistas que minen la autoestima de los envejecientes.

 

Lo que quiero abonar con esta reflexión es la oportunidad que todas las personas tenemos para desplegar lo mejor de nosotros mismos a la edad que sea. Soy una baby boomer, crecí con el deseo de libertad impreso en la piel. Soy de la generación que habilitó nuevos modos de amar y de ser. Y si hoy «no hay edad» para muchas cosas, es porque sembramos la semilla del cuidado en todas las etapas de la vida. Las edades se desdibujan porque de a poco vamos comprendiendo que debemos edificar espacios para todos, sin distinciones, ni diferencias, sino más bien con el respeto que gesto en cada silencio pero también en cada mañana en la que levanto las persianas y me dejo acariciar por la luz del amanecer, por la humedad de la lluvia o el canto de ese pájaro perdido en medio de la ciudad. Mientras mi corazón pulse seguiré eligiendo ver el sol.

 

 

Espacio consultivo de adultos mayores

Felicitaciones al Espacio Consultivo de Adultos Mayores de la Municipalidad de Córdoba por haber cumplido esta semana una década de vida. El espacio surgió en 2008 y busca empoderar a las personas de edad con actividades educativas y de propuesta. A la vez, impulsa procesos de concientización para la difusión de derechos en la sociedad. “Han naturalizado el miedo, el despojo, la invisibilidad, la subestimación; en especial las mujeres. Es una batalla para dar porque las situaciones de violencia muchas veces no se denuncian”, explica Andrea Borras, trabajadora social y una de las coordinadoras del espacio. “Es necesario un cambio político, social y familiar, que deje de pensarlos y tratarlos como algo descartable sino cada vez más, como sujetos de derechos, que tienen mucho para aportar”, agrega Andrea.

 

 

Ayuda y asesoramiento

En caso de sufrir algún tipo de violencia, las personas de mayores pueden pedir ayuda y asesoramiento en alguno de los hogares de día municipales. Además, pueden llamar al 351 4481600, int.10095, de la oficina de Atención Ciudadana de los Tribunales I para el asesoramiento. Las Unidades Judiciales pueden recibir llamados de violencia.

 

 

Porota.

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