“Envejecer es recibir lo que no espero y dar todo lo que puedo”

Hace poco tuve el privilegio de charlar con un gran actor, director y guionista de nuestro país. Se trata de, nada más y nada menos, que de ¡Víctor Laplace! Semejante honor no puede quedar sólo en mí haber. Por eso es que elijo compartirlo con ustedes. Ojalá disfruten y amasen cada una de sus palabras. Víctor es un hombre sabio. Un viejo que aprende, que desea, que emprende, que sueña y que maravilla. Gracias a su pasión y generosidad… ¡he aquí mi primera entrevista! que ya tuvo su preludio en el clip de “VIEJOS TEMAS” que compartimos a través de las redes sociales de Porota Vida en el mes de marzo.

 

Porota (P): ¿Qué es un “viejo tema” para Víctor Laplace?
Víctor Laplace (VL): Los viejos temas son los temas que han quedado instalados en una zona traumática de la vida y lo primero que se impone es tratar de resolverlos. Pero también aparecen los primeros amores, los primeros amigos, las primeras convicciones y certezas. Los viejos temas me impulsaron a ser lo que soy hoy. Tienen que ver con la fe. Con la fe y la convicción de que uno mueve montañas.

 

P: ¿Desde cuándo la fe atraviesa tu vida?
VL: Me inicié en la fe desde muy de chico. Fui a un colegio de curas. Fui muy creyente. Algunas situaciones me llevaron a descreer. Se me fue un gran amor y uno entra en grandes disquisiciones sobre qué es la fe y quien mueve la fe. Hay una frase de Don Juan que tiene que ver con el hombre y las mujeres, con el deseo y con el desafío de la seducción: “Dando, dije, porque al dar no hay cosa que se le iguale”. En este sentido, cuando yo pude descubrir que hemos de dar sin esperar nada a cambio… ahí empecé a aprender. Allí radica la fe, en dar sin generarse expectativas, sin esperar. Lo que tenga que sea.

 

P: Contame de tus amores, de tus pérdidas, de las mujeres…
VL: Tuve un amor muy fuerte… Nélida Lobato. Cuando se fue nada dejó que no doliera. Fue hermoso, intenso y doloroso perderla. Me marcó, me acobardó… ¿y ahora?, ¿a dónde encuentro a una mujer igual en mi vida? Ella me enseñó a ser hombre. El hombre ha tenido históricamente un desarrollo donde se pensaba que era el poderoso pero la mujer avanzó desde tiempo inmemorial. Está lleno de mujeres extraordinarias a lo largo de la historia. Grandes poetas como Gabriela Mistral, por ejemplo. Yo he tenido la suerte de tener cerca mujeres fuertes que me han ayudado a entender el mundo femenino. ¡Hay que animarse a estar al lado de mujeres fuertes! Y quizás una de las mejores cosas que uno puede hacer es escuchar.

 

P: A tus 74 años ¿cuál es la cualidad que más te gusta de vos?
VL: Uno de mis grandes atributos es la autogestión. Tuve conciencia de la autogestión de grande cuando pude recorrer, revisar mi vida, ver qué errores cometí, qué cosas no hice y quisiera hacer todavía. Sin embargo, me di cuenta que tenía esa cosa de autogestión de pequeño. A los 9 años yo separaba la fruta buena de la podrida en un camión frutero que iba a Tandil. Al terminar la jornada regresaba a casa feliz de poder llevar una bolsa de fruta fresca. A los 12 años mi mamá me llevó (en Tandil) a ver teatro. Venían compañías de juglares, de gente que cantaba y bailaba arriba del escenario… En una de esas ocasiones miré a mi madre y le dije que quería trabajar en el teatro. Fue una cosa muy fuerte desde el principio. A los 14 años había formado el PTE (Pequeño Teatro Experimental) y luego cree otro; el TIT (Teatro Independiente de Tandil). La autogestión fue lo que me permitió hacer lo que hice y con ese deseo, esa pasión, ese impulso a los 20 años dejé todo y me fui a Buenos Aires. No anticipo lo que va a pasar mañana. Vivo el aquí y ahora. Disfruto mucho de la contemplación. Soy muy curioso, me gusta la música, el ballet, los animales, las flores, las mujeres, los hombres, la vida…

 

P: Hace poco nació Aurora, tu primera nieta. ¿Cómo vivís el abuelazgo?
VL: Aurora Laplace tiene apenas dos meses de vida. Ella es lo inesperado, lo que te ilumina y lo que te ayuda a seguir, es mí “para qué”. Si el “para qué” tiene una respuesta contundente… funciona. El “para qué” y la respuesta tienen que ser potentes. ¿“Para qué” hago teatro a esta altura de mi vida?, para darle alegría a la gente.

 

P: ¿Qué es envejecer?
VL: Envejecer es recibir lo que no espero y dar todo lo que puedo. Si uno toma conciencia de la finitud aprovecha muy bien y con muy buena calidad a los momentos.

 

P: Para despedirnos… ¿me haces un regalo?
VL: Pues claro Porota. Aquí va… recitado “La vida es sueño” de Pedro Calderón de la Barca especialmente para vos y tus seguidores.

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