Honrar la vida a cada instante

En la ciudad cordobesa de Río Segundo vive la autora de la historia de hoy: Patricia Segura. Una mujer de 61 años que se dedicó a la docencia, una profesión que le brindó grandes amigos. Sin embargo, “esta vieja” -como le dicen sus nietas- es amante de la música, del teatro y los desafíos. Con la pandemia asumió uno: abrió su cuenta en una famosa red social. Además de todas las cualidades que tiene, ahora también es tiktoker. Les compartimos su vivencia, su “viaje”, como ella le llama a estas líneas que nos dejan conocer su manera de honrar la vida.

Me piden un relato en primera persona y como muchas veces en este último tiempo, viajo… Desde que me jubilé, viajo bastante porque tengo lo que durante mucho tiempo anhelé: ”EL TIEMPO SIN TIEMPO”. Me sumerjo en un mundo de vivencias para recrear distintos períodos de mi vida. Porque la mayoría de mis viajes son a mi interior, a mis pensamientos, a mis recuerdos, y también, a mis proyectos actuales  y futuros.

Desde pequeña fui muy activa, curiosa, atrevida; de ese modo, a lo largo de mis casi 61 años, y digo ‘casi’ porque me faltan tres días para tenerlos, he coleccionado momentos. Algunos maravillosos, alegres, felices, otros dolorosos, tristes, angustiantes, pero no sería vida si no fuera con algunas cucharadas de cal y otras de arena. 

Soy docente de educación primaria y a lo largo de mi carrera coseché mucho amor, y un sinfín de satisfacciones. En la actualidad varias de mis colegas son ex alumnas y muchos de mis alumnos y sus padres, son amigos. Esa comunión con cada uno de ellos es, en gran medida, -más allá de la familia y amigos muy cercanos- lo que me mantiene con la energía bien arriba en estos momentos de tanta incertidumbre. 

Tengo muchas pasiones. Una de ellas, tal vez  sea la mayor, es la música. Lo cotidiano se rige por la música: canto, bailo, toco (un poco ¡jaja!) la guitarra, el bombo, hago teatro. Cuando no estábamos en pandemia, todos los viernes asistía a un karaoke en donde “despuntaba el vicio” y me relacionaba con mucha gente de diferentes edades. Allí los dúos con mis alumnos (todos adultos)  eran lo más esperado de la noche. Hoy los micrófonos están reposando, esperando el momento de volver a cobrar vida con nuestras voces; entretanto incursiono en mis otras pasiones. Leo, mientras el sol me abraza, escribo, pinto y hago TikTok  ¡jajaja! No puedo dejar de reír cuando recuerdo la cara de mis nietas el día que les pregunté cómo funcionaba esa aplicación. “Es una App de adolescentes abu”, respondieron al unísono mis nietas de 16 y 17 años, yo para tranquilizarlas les indiqué que era solo curiosidad. Desde hace un año soy Tiktoker, con más seguidores que ellas, hasta sus amigos me siguen. 

Cuando me veo en esos viajes tan míos, tan internos, advierto una mujer agradecida por todo lo vivido, porque esa suma, dio por resultado esta “vieja”, así me llaman mis nietos. Esta vieja que le apuesta a la vida, a la alegría, a la familia, a los amigos, a las convicciones, al amor (de pareja, que se esconde, pero… en algún rincón estará).  Veo a esa mujer en todas sus facetas, que es como quiere ser recordada por sus seres queridos, mi legado de amor, honestidad, servicio, alegría de vivir para honrar la vida a cada instante.


No, permanecer y transcurrir no es perdurar,
No es existir, ni honrar la vida.
Hay tantas maneras de no ser,
Tanta conciencia, sin saber, adormecida.

   Merecer la vida no es callar y consentir
Tantas injusticias repetidas.

   Es una virtud, es dignidad,
Y es la actitud de identidad más definida”.

Eladia Blázquez

Patricia E. Segura, 61 años, Río Segundo, Cba.


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