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La mirada prejuiciosa de la vejez

  • El titular de la contratapa del diario dice algo así como “Jubilado muere tras sufrir un infarto mientras lo asaltaban”.
  • La caja rápida del supermercado muestra un cartel con las imágenes de una mujer embarazada y otra con bastón.
  • El médico receta un arsenal de medicamentos en presencia del paciente y su hija. El profesional apela a la memoria de la hija para que se respeten los horarios.
  • La señora le pregunta al hijo que postre querrá el padre, sentado a su lado.
  • La propaganda anti-age exhibe una mujer detenida en el tiempo, de aspecto mayor, pelo color plata, esbelta, de ojos azules y arrugas incipientes.
  • Las políticas de integración social de turno preparan viajes de sobrestimulación en los que los viejos somos apenas unos meros espectadores de shows infantilizados, ruidosos y alejados de cualquier espacio de reflexión o silencio.
  • La directora del centro para adultos mayores nos llama “abuelitos”.
  • Pasivos es sinónimo de jubilados.

Vejez es sinónimo de deterioro cognitivo, pérdida de deseos, erotismo y autonomía. Envejecer, en esta cultura, es sinónimo de desempoderamiento. ¡Puf! El esfuerzo es supremo. Diría, agotador. No sólo tenemos que aprender del paso del tiempo y sus derroteros sino que además tenemos que hacer esfuerzos sobrehumanos para evitar que nos borren de la vida antes de que la vida efectivamente se ocupe de ello.

A saber:

  • El que muere es un hombre o una mujer, el que muere es una persona.
  • La persona mayor que espera en la fila de un supermercado puede no tener bastón.
  • Si le hablás a la hija desligás al padre de la responsabilidad de tener que ocuparse de sí mismo. A veces las personas nos discapacitamos para que la otra pueda, y en ese poder delegamos el modo en que deseamos ser amados, el amor debe ser libre. Aprender a pedir ayuda es un don. Quizá debamos entrenarnos en aprender a dar, pedir y recibir. Del orden, se ocupará el universo.
  • El padre come postres desde hace muchos más años que su hijo, sabe muy bien lo que le gusta.
  • Anti-age es anti. No existe verdaderamente nada anti edad. Salvo la muerte que es la única que detiene el tiempo. Si envejecemos hemos de hacerlo con canas y arrugas.
  • Que nos “regalen” la participación en espectáculos o actividades gratuitas no les da el derecho de denigrar nuestra condición de personas. Tratarnos como ganado, aún cuando seamos funcionales al prejuicio, no debería ser un modo legitimado de quienes utilizan los fondos públicos para el aplauso dadivoso de un grupo de personas mayores.
  • El rol del abuelazgo es uno de los tantos roles que las personas podemos llegar a asumir a lo largo de la vida. Pero no el único. Asociar las palabras “abuelito, abuelita” con los términos dulce, amoroso, divina, hermosa, bonito, tierna, es absurdo, inocente y violento. El abuelazgo no es por sí mismo todo eso. Menéndez, uno de los represores más sanguinarios de la dictadura militar argentina cumplirá 90 años. Si alguien viese su foto sin conocer de quien se trata, a decir por su aspecto, arriesgaría a colocarlo en el podio de los “abuelitos” bondadosos junto al de Heidi.
  • Que la palabra pasivo se asocie a la vejez denota nuestro desconocimiento sobre la alta productividad y vida en movimiento que existe en esta etapa. Quizá la etapa más fértil y productiva de una persona.

Ni dioses, ni villanos, ni bufones u obsecuentes. Ni pobres, ni sabios. Personas viviendo. Nada más y nada menos.

Porota Vida

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