Poco y mucho para cerrar el año

En tan solo una decena de días se acaba el año. Falta poco y mucho a la vez. Por suerte, atravieso una etapa de mi vida donde las urgencias ya no son una prioridad. Basta con recordar las épocas en las que me daba pánico todo lo que estaba siempre a punto de ocurrir, todo eso que sentía inminente: faltaba poco para que mis hij@s terminasen la escuela. Poco para organizar la mesa navideña. Poco para que Pompeyo (mi marido) entrase de vacaciones y en consecuencia en un profundo estado depresivo. Poco para desbordar con los niñ@s en casa. Poco para desear que falte poco para el comienzo de las clases y así… llenarme, de miedos, de la incertidumbre que nos trae la desorganización, la no rutina, la sensación de no haber terminado.

Comienza la época de cierres, de festejos desmedidos, de agendas abarrotadas de eventos. Por eso, hoy, en esta versión XL de mi columna quiero invitarl@s a pensar un fin de año diferente. Plagado de movimientos suaves, lentos, amorosos. Un fin de año atiborrado de pequeñas acciones que cuiden la energía disponible y no nos encuentre hech@s una piltrafa al levantar la copa.

Para reflexionar acerca de cómo lograr modificar aquello que nos avasalla, debemos proponernos cambiar y mover. Fue inevitable, ante semejante tópico, no apelar a mis sabias amigas sexagenarias que, al igual que en mi columna de la semana pasada, con el corazón en la mano, nos comparten sus metas para lo que resta del 2016.

¡Aquí vamos!

  • Voy a ceder a la tradición familiar de celebrar Navidad en casa y compartiré la Noche Buena con la familia de mi nuera.
  • Este año, como no tengo mucho dinero, en vez de angustiarme, regalaré mis budines especiales a cada uno de mis niet@s con una carta que exprese todo lo que siento por ell@s.
  • Les alivianaré la carga a mis hij@s y pasaré Año Nuevo con amigas.
  • Abriré las puertas de mi casa. Invitaré a la canasta y celebraré con quienes gusten el inicio del nuevo año.
  • Me haré socia de un club para disfrutar del verano.
  • Cancelaré, con cuidado y respeto, todas las invitaciones que no me generan placer. No haré nada por compromiso.
  • Invitaré a mi nieto a estudiar a casa. Tiene que rendir un montón de finales y qué mejor que mi casa para poder estudiar tranquilo. Ya le hice una copia de la llave.
  • En vez de empecinarme en cocinar lo que yo quiero, preguntaré de qué modo puedo aportar a la mesa de las fiestas.
  • Listaré todas las cosas lindas que me pasaron este año y las colgaré del árbol de Navidad.
  • Visitaré a mis hij@s y les ayudaré a armar el arbolito.
  • Le diré que no a la invitación de mi yerno de ir a pasar las fiestas a Buenos Aires. Me sumaré a los festejo de alguna amiga generosa.
  • Haré las paces con mi vecino. Le pediré disculpas por los malos tratos y le regalaré una sidra.
  • Trataré de hablar con mi hija y pedirle disculpas.
  • Viajaré de sorpresa a Bahía Blanca para conocer a mi nieto recién nacido y me alojaré en un hotel.
  • Prepararé tarjetas de Navidad para mis seres queridos y les diré cuánto los quiero.
  • Invitaré a mis amig@s a cantar a casa.
  • Hablaré con Ricardo y le propondré volver a empezar.
  • Buscaré a mi mamá en el geriátrico y me la llevaré a casa a pasar las fiestas.
  • Llevo más de un año esperando poder adquirir un par de zapatos… ¡sacaré mi propia tarjeta de crédito y saldré de compras!
  • Hablaré con mis herman@s para decirles cuánto los extraño. ¡Estoy cansada de tenerlos tan distanciados por heridas del pasado!
  • Este es el primer año que pasaré mis vacaciones sola. ¡Ya saqué pasaje para las termas!
  • Finalmente, sacaré turno para ir al psicólogo.

El listado es mucho más extenso para el lugar disponible en esta página tan especial. Pero ¡no importa! Ya esbocé la idea de mi columna de hoy: invitarte a reflexionar sobre cómo elegirás cerrar este año y abrir la puerta del próximo. Sólo revisando nuestras propias acciones seremos capaces de poder mover aquello que nos incomoda, que no nos genera placer. La decisión la hemos de tomar individualmente, en silencio y con la sinceridad necesaria para entender que el cambio no se vocifera, se practica.

Porota Vida
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