Porota soy yo, sos vos

En la vigésima novena Voz Mayor, te presentamos a Norma, una homónima de Porota, quien, al igual que nuestra Poro, nadie sabe muy bien cuántos años tiene y si se puede manejar sola.
La «Porota» de hoy está a un trechito de cumplir el sigloXX, mientras atraviesa el encierro por ser persona mayor, nos cuenta sus estrategias y maneras de sobrellevarlo. Si te sirve ¡contame!

Soy Porota, tal como se llama este espacio que han creado. Me llamo Norma Nélida Beltramini aunque muy pocos lo saben. Tengo 97 años, y espero que las circunstancias me permitan festejar los 98 el 12 de febrero, con una fiesta como a mí me gusta, con toda la familia reunida, con baile, con cantores, trasnochando y brindando por ¡la vida!

Me casé a los 18 años y me fui a vivir a Río Gallegos que, hace casi 80 años, era una ciudad muy diferente a la actual. Mi esposo era empleado de Obras Sanitarias de la Nación, así es que viví en mi Córdoba natal, pero también en Corrientes, Tucumán, Misiones, Entre Ríos, Catamarca y Río Cuarto, y también – ya viuda – en Italia, acompañando a mi hijo y su familia que vivían allí.

Tengo seis hijos, once nietos y cuatro bisnietos que viven en distintos lados, los más pequeños en Dinamarca. A mis 93 años viajé allí para conocer mi bisnieta, no sin antes dar un paseo por Estambul y Holanda.

Me encanta viajar, y no me importa transitar distancias largas porque disfruto mucho. No me canso, comienzo un tejido al crochet y voy tejiendo mientras miro los paisajes.

La vida no me ahorró profundos dolores: la enfermedad de mi esposo, la muerte de una nieta y de un hijo. Pero he seguido adelante, sacando fuerzas a veces no sé muy bien de dónde.

Vivo en Catamarca aunque conservo mi departamento en Córdoba donde siempre me gusta volver. Estoy en la casa de uno de mis hijos y disfruto de su compañía.

Antes del aislamiento social por la pandemia, iba a nadar cuatro veces por semana, salía a hacer compras porque me encanta adquirir lanas, telas para mis costuras. Estoy permanentemente tejiendo colchas, haciendo mi propia ropa. Siempre me gustó esta actividad y no la dejo. Para mi fiesta de 90 me hice mi vestido largo con un modelo nada sencillo y no dejé que nadie me ayude.


Nunca me gustó cocinar así es que me resulta placentero no tener que ocuparme de eso ahora y esperar el servicio de comidas o ir por la noche a compartir una cerveza o un buen vino a algún lugar.
Ahora no puedo hacer esas actividades, sin embargo, disfruto tomando sol en la casa, viendo series de televisión generalmente de contenido histórico o de otras culturas y conectándome con mi familia a través del celular que fui aprendiendo a usar hace un tiempo, al igual que la tablet. Los ejercicios los hago a diario en un gimnasio inventado en la casa y viene una persona a arreglarme las manos, los pies, el pelo porque me gusta estar siempre lo más elegante posible.

Me hubiera gustado estudiar, dicen en mi familia que podría haber sido una excelente arquitecta pero no eran esas las posibilidades para una mujer cuando era joven. A los 86 años intenté terminar el nivel secundario en las propuestas para adultos de la Universidad Nacional de Córdoba pero las metodologías de enseñanza eran muy distintas a las que yo había aprendido y me ponía muy nerviosa no poder cumplir con las actividades porque soy exigente y quería hacerlo todo bien.

Para ejercitar una arquitectura que nunca aprendí, a los 80 años diseñé el departamento que construí para mí, con muebles especialmente diseñados para mis costuras y tejidos y atendí a los obreros, no quería perderme los detalles del nuevo lugar que había pensado para mí.

Ansío que pronto la situación de pandemia sea superada así puedo visitar a todos mis hijos y nietos dispersos por el mundo. Sueño con ir a México y a muchos otros lugares, me siento en condiciones de hacerlo.

Me preguntan cuál es el secreto de mi buen estado; respondo que será la genética porque nunca hice los cuidados que me indicaron y que mis hijos, nueras, yernos, nietos se han empeñado en que realice. A veces pienso que la vida – que me quitó muchas cosas – me da la oportunidad de seguir andando un tiempo más para hacer tantas cosas que antes no pude por diversos motivos, una oportunidad que quiero aprovechar.

Porota
(Norma Nélida Beltramini)
97 años
Catamarca

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