Regalos o carbones ¿Cuál es la Navidad que te habita?
La Navidad del año en el que murió mi hermano menor marcó mis festejos. Yo tenía tan solo nueve y no comprendí porqué el “Niño Jesús”me había fallado. Nadie me lo explicó, no hubo lugar para mis interrogantes. Nadie me nombró absolutamente nada, ni el dolor por la pérdida de mi hermano, ni las lágrimas…
La Navidad del año en el que murió mi hermano menor marcó mis festejos. Yo tenía tan solo nueve y no comprendí porqué el “Niño Jesús”me había fallado. Nadie me lo explicó, no hubo lugar para mis interrogantes. Nadie me nombró absolutamente nada, ni el dolor por la pérdida de mi hermano, ni las lágrimas e incluso el sentimiento de ser una “niña mala” por no haber obsequio alguno al pie del pesebre. Esa sensación de vacío llenó mis Navidades por muchos, muchos años. Y la heredaron mis hijos e hijas; hoy, con un poco de registro en mis manos intento modificarla para mis nietos y nietas. No me resulta sencillo porque esa sensación de vacío me visita cada tanto y mi niña aterrada aún intenta aferrarse al miedo de no haber recibido esa muñeca de porcelana con larga cabellera rubia.