Vejez y maternidad: desafío intergeneracional
¿Sienten que estamos atravesando un gran momento de cambio cultural? Yo, sí. ¡Cuánto lo agradezco y valoro! Porque es gracias a las interrogaciones constantes que aparecen en los más disímiles discursos que encuentro herramientas para interpelarme y poder revisar quién fui, quién soy y quién deseo ser. Cuando me junto con amigas de mi…
¿Sienten que estamos atravesando un gran momento de cambio cultural? Yo, sí. ¡Cuánto lo agradezco y valoro! Porque es gracias a las interrogaciones constantes que aparecen en los más disímiles discursos que encuentro herramientas para interpelarme y poder revisar quién fui, quién soy y quién deseo ser.
Cuando me junto con amigas de mi edad, sesentonas y setentonas, inquietas y apasionadas, me permito zambullirme en diálogos quejosos y algo nostálgicos que tienen a la “juventud” como protagonista y al latiguillo “en nuestra época…” como invitado de honor. En nuestra última reunión nos la pasamos hablando de las madres que fuimos a los 20, 30 y 40 años. Y criticamos con cierta dureza a quienes -actualmente- eligen postergar la maternidad o ni siquiera pensar en ella. Estamos llenas de nietas “rebeldes”.
La reunión me movilizó: Hace 40 años, ¿contaba con la posibilidad de casarme y elegir no ser madre?, ¿cabía en mi estructura mental no criar hijos, acaso incluso, no casarme? Y… como nada es tan casual en la vida, por lo menos no en la mía, me topé con un artículo científico muy interesante que habla sobre los modos en que hemos concebido a la maternidad a lo largo de la historia de la humanidad. Se trata de una nota de la investigadora peruana María Flórez-Estrada Pimentel* quien analiza comparativamente algunos discursos y prácticas que muestran cómo se constituyó la institución social de la maternidad en el tiempo y en la historia. Al final de la presentación analiza un ejemplo contemporáneo de una maternidad transgénero, “que denota el carácter de simulacro de esta institución”. ¡Sospechas confirmadas!: maternar es una elección; no una imposición “natural”.
Hace tiempo trato de amigarme con la madre que fui. Y hace tiempo, también, que elegí reparar aquello que no pude con la abuela que quiero ser. Porque eso sí… el abuelazgo se asume, no se ejerce por defecto.
“Estamos asistiendo a un período histórico de deconstrucción de la maternidad moderna”, asegura Estrada Pimentel. Sin embargo, lo que más rescato es su conclusión. Allí destaca el cambio de paradigma o de concepción de la institución “maternidad” como un modo de elección “libre de quienes, sin importar su sexo, su género o su preferencia sexual, hayan decidido hacerse cargo de ese trabajo socialmente necesario. Quizás entonces habrá menos infancia maltratada e infeliz que en la actualidad, cuando muchas madres biológicas descargan su no deseo de maternidad en aquella”.
Pues entonces, amigas y amigos de la vejez, dejemos de presionar a las generaciones más jóvenes. Dejemos de pedirles que reproduzcan un modelo que está sucumbiendo, para darle lugar a roles más conscientes y amorosos. Si en definitiva, lo que necesitamos a lo largo de nuestra vida es ser amados y amar. No importa de la mano de quien, sino más bien no sufrir por ello. El amor no entiende de roles, funciones y mandatos.
Están cambiando los deseos y sentimientos de las mujeres, y está cambiando –de nuevo– esa institución que llamamos “maternidad”.
¿Y las charlas de café con mis amigas pos 60? Y bueno… o cambiamos de tema o nos sumergimos en él con todo lo que ello conlleva. ¿Nos animaremos?, ¿te animás?
*La maternidad en la historia: deber, deseo y simulacro. María Flórez-Estrada Pimentel. Cuadernos Intercambio sobre Centroamérica y el Caribe Vol. 11, No. 2 Julio-Diciembre, 2014, ISSN: 1659-0139.