Vejez y soledad

Uno de los motivos principales por los que comencé con estas columnas fue el de compartir mis experiencias y reflexiones. Hacía poco había enviudado, mis hijos ya tenían sus familias y debía comenzar a reconocerme en mi propia soledad. Traigo esto a colación porque se cumplen tres años de mi participación en el diario Hoy Día Córdoba, medio en el que me inicié escribiendo sobre mi proceso de envejecimiento ¡TRES AÑOS HACIENDO ESTE EJERCICIO REFLEXIVO! Por esas cosas (o coincidencias) que tiene la vida, esta semana me topé con mensajes de lectores que me pedían, en mis redes sociales, algún consejo para superar ese estado emocional. La coincidencia es que, a días de cumplir aniversario como columnista del Hoy Día Córdoba, mis lectores me llevan al punto inicial: sentirse solo, sola en la vejez.

Así fue como me propuse traerles alguna respuesta que nos ayude a sobrellevar los espacios de soledad cuando envejecemos. Entre el repaso de mis propios textos y navegando por internet encontré un video que podés encontrar en mi página de Facebook (Porota Vida) que cuenta el testimonio de una de las tantas mujeres que viven solas en España. Si bien es otro país, sabemos que la soledad no es exclusiva de la edad ni de una determinada nacionalidad.  

 

Repensar estos tres años me amigan con la señora que fui entonces cuando no sabía qué hacer. La soledad, para mí, inicialmente, fue abrumadora. De a poco y gracias a la red de la que siempre hablo, amigas como Raquel me invitaron a realizar actividades que me permití hacer. Subrayo el verbo permitir porque es una o uno el que tiene que habilitarse. Primero soltar esa idea de que vamos a estar solos por siempre o que es un designio divino, y segundo, animarse a encontrar actividades en compañía. Con paciencia y compasión por mi misma, pude salir de esa sensación de que la soledad era devastadora o de que no podía estar a gusto conmigo misma. Entiendo que fue mi propio camino, matizado por las experiencias vividas, mi personalidad y de la gente que me rodeó. No significa que la receta sea exacta para ustedes también. Sin embargo, espero que mis palabras les sirvan para ANIMARSE a desafiar una percepción que con algo de esfuerzo podemos modificar. Y, sobre todo, comprender que la soledad no es mala, lo malo es hacernos daño por sentirnos solas, solos.

 

Antes de compartir los mensajes que recibí, traigo una frase que rescaté de mi columna “La soledad y la vejez” publicada en agosto de 2017: “Que nos sintamos solos o solas nada tiene que ver con la vejez. Quizá sí con esos caminos que hemos ido eligiendo y que, a la larga o a la corta, nos terminaron mostrando cuán aislados estamos. Puede ser que la vejez sea la etapa en la que la soledad queda al desnudo. Sin embargo, me animo a asegurar que esa soledad preexistente se fue tapando con el trabajo, los hijos, la pareja, etc. y que ahora… con el vacío que deja la jubilación, la ida de los hijos de la casa y/o la viudez queda en absoluta evidencia”.

 

Para cerrar esta entrega, les dejo algunos de los comentarios que recibí (a propósito del video que compartimos en Facebook) en los que la soledad terminó siendo (nuevamente) el tópico estrella. Se los dedico desde el corazón y con el genuino deseo de que me compartan que hicieron o están haciendo para sentirse a gusto con la soledad.

 

«Por ejemplos como estos, es que uno piensa en distintos espacios de socialización y participación para adultos mayores».

Carolina.

 

«¡Muy buen video para reflexionar! Sobre la diversidad de vejeces, las realidades según dónde vivan. Pero algo que me permite pensar es, además, en la fuerza que tienen los prejuicios sobre la mirada que vamos construyendo de la vejez, en general, y de las propias, en particular. Poder entender la soledad como una oportunidad es un desafío que sería bueno empezar a poner en palabras».

Karina

 

«Creo que esto deberíamos dejar de pensarlo como una manifestación de la edad. Esto le pasa a cualquiera que aún está en el proceso de aprender a auto- satisfacerse priorizándose».

Inés

«(…)yo creo que es también cuestión de actitud, una persona puede ir a hogares de día y realizar distintas actividades y pasar tiempo con personas de su edad y disfrutar, en lugar de estar esperando que visiten (…)»

Verónica

«Soy una persona sola (…) pero hay días, como hoy, que no paro: tengo el cumple de una hija, preparé todo para armar las empanadas, más tarde una invitación con amigas y no podré ir al teatro porque todos se juntan en mi casa, bueno así es mi vida, cero soledad»

Angela

Porota
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Servicio de Atención Telefónica a Mayores de CEPRAM

Si te sentís solo, sola y sos una persona mayor, llamá gratuitamente al 0800-444-4433 o al 0351-4510100. De lunes a viernes de 10 a 13hs. y de 15 a 18hs. Seguro… ¡seguro! hallarás esa palabra justa que estás buscando.

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